Un nuevo 8M nos encuentra reivindicando derechos y desafiando las desigualdades. Pensar en los entramados de vida, en la construcción de espacios de contención, ayuda y escucha, se hace imprescindible en un mundo en el cuál nos toca desafiar espacios que se tornan ásperos y difíciles de abordar.
A pesar de múltiples esfuerzos y luchas, las desigualdades siguen presentes, así como también los cuestionamientos hacia las perspectivas de derechos que reivindicamos las mujeres feministas.
La cultura patriarcal está imbricada en todos los espacios de la vida, en ocasiones cobrando más visibilidad en territorios donde la precariedad y la desigualdad son una constante, esperamos que un nuevo 8M nos encuentre a las mujeres juntas en las calles, luchando contra la opresión patriarcal, denunciando la violencia y el abandono del Estado. Las mujeres venimos cubriendo todos los retrocesos a costa de más explotación y precarización, y eso tiene que parar.
Adherimos a la idea que, desde una mirada que nos una a todas, que nos reconozca en nuestra diversidad, que amplifique nuestras voces, que reconozca las múltiples capas de opresión que cada una vive, en los espacios que habitamos, militamos y trabajamos, seguimos luchando porque nuestras voces sean escuchadas y tenidas en cuenta.
Hagamos del cuidado una práctica alternativa y de resistencia a lo que nos oprime.